lunes, 24 de mayo de 2010

LEY DE LA ATRACCION - La sombra del árbol mayor

En los campos donde se caracterizan por ser zonas ventosas, para proteger a las cosechas y éstas estén protegidas durante su crecimiento; del lado de donde viene el viento, los campesinos plantan a lo largo del campo una hilera de árboles, para que al momento de tener una altura adulta se forme una especie de muro que pare y/o disminuya el efecto dañino del viento sobre sus cultivos.

Es decir la planta pequeña se protege con la mayor, siempre y cuando este cerca pero no pegada a ella; porque de lo contrario si está muy cerca (además de otras razones), no recibirá el suficiente sol.

Un caso típico es el de los pinos: Abajo y alrededor de ellos no crece casi nada, porque la resina que cae de estos árboles mata al pasto que se encuentra debajo.

Hasta ahora hable de las plantas, pero con las personas pasa algo similar.

Hablemos por un momento para iniciar el concepto, de los mellizos: Antes se acostumbraba a vestirlos idénticos, etc., etc., etc.; pero hoy la psicología moderna dice que se debe procurar el despegue de ellos con el desarrollo natural de la personalidad de cada uno de ellos.

Lo anterior se hace así, porque se fue aprendiendo que los mellizos al ser muy semejantes por su similitud genética y como consecuencia de la influencia del entorno familiar y social, estos se desenvolvían como equipo. Y ello traía como consecuencia que el hermano con personalidad más fuerte dominase al otro, perjudicando el desarrollo intelectual del otro hermano.

Hoy día luego de aprenderse todo esto a fuerza de la experiencia, a cada hermano mellizo se aconseja vestirlo distinto al otro, e incluso se los manda si bien a la misma escuela, a salas o grados diferentes, para que cada uno desarrolle su personalidad con su propio grupo de compañeros y amigos.

Sin embargo esto también ocurre entre hermanos, que si bien no son mellizos, pero si se llevan poca diferencia de edad y principalmente más entre mujeres que los casos que se presentan entre los hermanos hombres.

¿Qué quiero decir con esto?. Generalmente esta característica se ve cuando las hermanas son chicas y está bien que así sea (el que la hermana menor tome a la mayor como ejemplo).

Pero lo que está mal es que esa hermana no sólo trate de imitarla, sino que directamente la quiera copiar, la mayoría de las veces incluso en forma inconsciente. Con lo cual, ya pasamos de una relación de hermanas muy unidas a una relación que yo la llamo “cola de perro”.

Cuando esto se ve de muy chicas tal vez no traiga consecuencias, pero a medida que crecen y se convierten en adultas, esto ya demuestra una falta de personalidad y madurez evidentes.

Este tipo de chica que ya dejo de ser una niña y que ahora es una mujer, e incluso con una familia formada, tenderá a imitar continuamente a la hermana mayor, comprándose la misma ropa que esta, yendo o queriendo ir al mismo gimnasio (aun viviendo muy distante una de otra), viendo que hace la mayor con sus hijos para hacer exactamente lo mismo con los suyos, etc., etc., etc.

Y esta falta de madurez ¿qué consecuencia acarrea?. Pues la hermana menor al quererse copiar de la mayor querrá estar viviendo la vida de ésta y no la propia.

Y cada uno de nosotros, se sea una mujer o un hombre, debe vivir su propia vida y no meterse en la vida del otro, ni para copiarse ni para perjudicarlo; porque Dios nos hizo independientes para que desarrollemos nuestro propio vivir.

Hasta ahora estarán entendiendo el concepto que en esta ocasión voy transmitiendo; primero comencé con un ejemplo excepcional como son los mellizos, luego desarrolle la relación de hermanas de poca diferencia de edad, cuyos casos son ya de mayor cantidad, pero a continuación voy a mostrar como esto que sucedió en los dos casos ejemplificados, se multiplica exponencialmente directamente entre las relaciones de las personas en general.

Pero antes de continuar con este concepto, volvamos a los dos casos anteriores y veamos que produce ese comportamiento (el tratar de copiar al hermano y sumirse a las decisiones que este toma, la mayoría de las veces en forma inconsciente):

Ese comportamiento del que cito en el párrafo anterior, no es otro que el conformismo, el de decir: el otro (por la razón que fuere) es mejor que yo y por lo tanto no puedo aspirar a más.

Y para explicar este sentimiento voy a citar a un refrán:

“Más vale ser cabeza de ratón, que cola de león”

Este refrán lo vi por primera vez colgado en la pared de alguien hace como veinte años, y en ese momento con su propietario discutí que yo prefería ser cola de león, porque desde esa posición podía ser luego cabeza de león, de lo contrario por más que fueses (le decía) de entrada una cabeza de ratón, ibas a ser toda tu vida un ratón.

Es decir yo en ese momento detestaba a ese refrán porque lo veía como un conformismo de los perdedores: Si no puedes ser capitán de los ganadores, entonces es mejor ser capitán de los perdedores.

Porque por más que alguno me diga: No, el significado de esa frase es que es mejor ser independiente con tus propias decisiones, aun con menor poder, que estar en una mejor posición recibiendo órdenes.

Sin embargo yo, aun cuando no conocía de la ley de la atracción, me decía porqué conformarse con lo menor, porqué tomar tus propias decisiones sólo en las pequeñas batallas, sino también en las “grandes ligas”.

Y hoy me doy cuenta que en cierta manera estaba equivocado, porque la opción no es cola de león o cabeza de ratón.

Porque la única opción que existe es ser león. Dios no concedió el poder para ser leones desde el momento en que nacimos, la diferencia radica entre unos y otros, que todos nacemos como cachorros de león; algunos crecen y se convierten en leones adultos y otros no pasan de ser toda su vida cachorros, ya sea porque se conforman al principio con la protección de la manada y luego porque creen que los otros son más fuertes y no luchan por lo que les pertenecen por derecho Divino.

Es decir, la dualidad no existe. No existe el ganador, por un lado y el perdedor por el otro. Las dos son definiciones de un mismo género, donde cada uno de ellas se ubican en el extremo de esa misma medición; es decir no son distintas clases, sino tienen sólo diferenciación de grado. Es como decir el frio y el calor, ¿Dónde termina uno y dónde comienza el otro?

Y en referencia a ello, todos fuimos hechos a imagen y semejanza de Dios, por lo tanto somos una parte indivisible de Él; somos cada uno de nosotros Dios, sólo nos diferenciamos de Él en grado.

Y con el éxito y el fracaso pasa lo mismo, son los extremos de lo mismo; el hecho que nos encontremos más cerca de un extremo que del otro sólo depende de nuestra actitud ante el reconocimiento de saber que, cada uno de nosotros tiene el poder de modificar ese presente, en la medida de que nos pongamos en acción con perseverancia, ante una meta que nos fijemos sostenida por una Fé inquebrantable.

Entonces volviendo al cachorro de león, ¿qué es lo que lo convierte en león adulto?. Pues el de seguir siempre adelante caminando para ir fortificando sus piernas y garras, subiendo y bajando montañas, unas más altas que otras.

Hasta que llegue el momento que luego de haber subido la cuesta más empinada que hasta ese momento les había tocado sortear, quieran pegar un grito diciendo: basta estoy cansado y en vez de ello por primera vez, les salga su primer rugido de león.

Y termino el presente artículo repitiendo esta frase que es el corazón de la ley de la atracción y que dijo Jesús, según el evangelio de Marcos (11,23-24):

23-Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho.

24-Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá.

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Desde Mar del Plata, Argentina, hacia todo el mundo, Walter Daniel Genga.